Todo había sido muy rápido. Nira no había tenido tiempo de llegar a
ninguna conclusión respecto a quiénes eran o qué querían así que se mostró
receptiva a escuchar. Aunque se sentía desorientada y estaba intrigada por
descubrir de quién se trataba y cuál era su intención, no tenía miedo. Tenía
una gran confianza, siempre confiaba en que todo se resolvía hablando. Además
ella poseía una gran capacidad de asertividad y era capaz de encontrar una
solución, así como de hacérsela ver a las partes del conflicto, que rayaba la
brujería. Ella sabía que esta capacidad, este poder, provenía de la confianza
en que las personas no son más que eso, personas, y no son ni buenas ni malas,
pero sí que se defienden si se sienten amenazadas y confían si se sienten
protegidas y comprendidas.
“Bien, no tenemos mucho tiempo, que no queremos que nadie te eche en
falta y salte la alarma” dijo la que parecía la portavoz y probablemente jefa
del grupo. ”Después de que se firme el tratado viviremos en un estado conjunto
palestinos e israelís sin fronteras, pero ellos siguen teniendo la mayoría de
las riquezas y las armas. Queremos asegurarnos de que no habrá abusos. Para
ello queremos que se incluya en el tratado una cláusula que regule la posesión
particular de armas en los domicilios.”, expuso. Nira, con tono muy calmado y
seguro les expuso que la mayoría de armas particulares ya se habían entregado
voluntariamente al nuevo gobierno como gesto de confianza. Y, Por otro lado,
les comentó que en ese momento ya se habían realizado una gran cantidad de
gestos y actos de confianza para enterrar el miedo que les había llevado a la
situación anterior. Las dos partes del conflicto ganaban una vida al lado de
unas personas que odiaban tanto como ellos estar en guerra con sus vecinos.
En ese momento Nira tuvo un pálpito, una sensación que en ocasiones le
advertía de que era necesario ir más allá, que lo que había hecho o dicho no
era suficiente. Siempre había escuchado
a su instinto, y en muchas ocasiones había evitado grandes problemas y
había encontrado soluciones imprevisibles y sencillas a situaciones muy
complejas. Entonces, decidió que debía confesar a este grupo una información
que no era de dominio público pero que estas personas ahora necesitaban saber.
“¿Sabéis cómo empezó el proceso de reconciliación entre el pueblo palestino e
israelí? Creo que saberlo os hará comprender mejor por qué se está consiguiendo
y calmará vuestra desconfianza”, les dijo Nira. Las ocupantes de la furgoneta
reconocieron que no y mostraron toda su atención para descubrir cómo comenzó.
“Pues reunimos en una misma sala a muchos familiares directos de víctimas del
conflicto de ambas partes para que se mostrasen mutuamente las razones que
ellos creían que justificaban el conflicto y cómo se habían sentido al perder a
sus hijos, hermanos, mujeres o maridos. Después comparamos los objetivos de
ambas partes para analizar que en todos los casos consiste en cuestiones
materiales de posesión que después han llevado a enfrentamientos. Así que al
final ambas partes vieron que habían sido víctimas de un engaño y confusión
colectivos y que el que hasta ese momento había sido su enemigo no era más que
otra víctima igual que ellos. Lloraron y lloraron unos en brazos de los otros y
pidieron perdón por haberles odiado tanto. Y se quitaron un gran peso de
encima. Un peso cuya liberación a partir de entonces les dio fuerzas para resolver
ese conflicto juntos” Este acto había sido completamente privado y los
secuestradores no lo conocían, ahora comprendían mucho mejor el desarrollo de
los acontecimiento y no tenían ya desconfianza en relación al proceso ni a la
sinceridad de ambas partes.
Nira bajó de la furgoneta, cogió su bici y continuó calle abajo a toda
marcha; porque la presentación empezaba en quince minutos y quería comentar lo
que le había ocurrido y añadir en su intervención y en el tratado, una mención
y una aclaración para tranquilizar a las personas que pudiesen tener la misma
inquietud que las personas con las que acababa de hablar.
Desde que se reinició el mundo y sus realidades tras la crisis del 2020
muchos aspectos tóxicos y absurdos de la situación anterior salieron a flote
para a continuación ser encerrados en los museos junto a los horrores más
grotescos de la historia. Cuando las personas se empezaron a incorporar a sus vidas,
igual que la naturaleza había recuperado su espació, la humanidad de las
personas también se había recuperado, y
en vez de sentir desconfianza y miedo se daba el sentimiento de empatía y las
ganas de conocer y colaborar con los demás. Sin embargo esto se tiene que
alimentar, regenerar, cuidar, porque el miedo siempre está ahí y las personas
víctimas de éste, que a su vez lo
alimentan. Estas personas quieren recuperar el poder porque temen y desconfían y sufren y no son capaces de ver que son ellas las que se provocan a sí mismas lo que
les ocurre, y que cuanto más desconfías y más te proteges más solo te quedas y
menos persona eres.